Esta semana muchos están mirando hacia afuera.
Que si escala el conflicto Irán–Israel.
Que si sube el petróleo.
Que si repunta la inflación.
Que si la Fed se pone más dura.
Que si los bancos centrales, que si China, que si los tipos de interés.
Todo eso importa, pero nada de eso es tu mayor riesgo.
El problema no está afuera.
Está adentro.
Bueno, si estás de acuerdo… vamos al grano de hoy.
El peor enemigo es el que no ves en el gráfico
Peter Lynch lo decía hace décadas, y sigue siendo ley:
“Lo que determina el destino del inversor no es el mercado ni las empresas. Es el propio inversor.”
No son las noticias.
No es el petróleo.
No es la Fed.
Es cómo reaccionas frente a todo eso.
¿Vendes por pánico cuando todo cae?
¿Entras por euforia cuando todo sube?
¿Te dejas llevar por titulares, gráficos, Twitter?
Ese es el verdadero problema.
No es falta de inteligencia. Es falta de cabeza fría.
La mayoría no pierde dinero por elegir malas acciones.
Pierde porque no se banca sus propias emociones.
No tiene paciencia.
No tiene estrategia.
No se conoce.
Cambia de opinión según lo que diga el mercado.
Muchos se obsesionan con encontrar la acción perfecta.
Pero se olvidan de trabajar en la parte más importante del sistema: ellos mismos.
¿Tienes ventaja? Sí. ¿La utilizas? seguramente no.
Lynch hablaba mucho del inversor amateur.
Y no lo hacía con condescendencia.
Decía que, bien utilizado, el inversor aficionado tiene ventaja.
“El inversor individual parte con muchas ventajas que, bien explotadas, pueden ayudarle a obtener mejores resultados que los expertos.”
Y tenía razón:
No tienes que rendir cuentas.
No tienes un jefe respirándote en la nuca.
No tienes que ganar todos los meses.
Puedes esperar. Puedes pensar.
Puedes invertir cuando tenga sentido. No cuando te lo exijan.
Pero… ¿Qué hace la mayoría?
Corre detrás del hype, compra por impulso, vende por miedo.
Y después culpa al mercado.
El mercado no te gana. Te ganas tu mismo.
Invertir bien no es tener una fórmula, es tener una mentalidad entrenada.
Antes de invertir, tienes que saber:
¿Qué vas a hacer si el mercado se desploma?
¿Cómo reaccionas si una posición baja 30%?
¿Tienes un plan, o solo una excusa?
Porque si no tienes un plan, el mercado te va a educar a palazos.
Y la lección no va a ser gratis.
No hay magia, hay criterio.
Lynch no te vendía señales, te vendía sentido común.
“El peor error es jugar a la bolsa sin saber lo que estás haciendo.”
No te decía qué comprar, te decía cómo pensar.
Haz tu tarea.
Entiende lo que compras.
Piensa a largo plazo.
No reacciones por reacción.
Y sobre todo: construí tu propio criterio.
¿Y qué se hace ahora?
Nada nuevo, seguir el plan, tener liquidez, estar atento.
No necesitas hacer malabares con futuros del petróleo, ni salir a rotar a energía.
Si esto escala, y el mercado entra en miedo, van a aparecer las gangas.
Y ahí, si tienes cabeza y no ansiedad, vas a saber qué hacer.
Cierro con esto:
Peter Lynch no fue el mejor porque predecía el mercado.
Fue el mejor porque entendía al inversor.
Y su mensaje era claro:
No ganas por lo que sabes de finanzas, economía o inversiones.
Ganas por lo que sabes de ti.
Ahora, si quieres mas, te recomiendo algo.
Uno de los libros de Peter Lynch “Un paso por delante de Wall Street”.
Este libro, es ideal si estás dando tus primeros pasos, si quieres crecer como inversor, y si te importa más aprender que adivinar.
Y bueno, señores y señoras, llegamos al final de la edición número #41 de esta newsletter.
Espero, como siempre, que te haya aportado valor y que encuentres útil el contenido.
Tus comentarios, reclamos, insultos y sugerencias son siempre bienvenidos, no dudes en compartirlos.
¡Nos leemos en la próxima edición!
Capitán Market,
Me ha encantado gracias por compartir este post que me parece súper interesante 😃